"Last week of freedom for 17 years. Santiago, Chile, Sept 73" by Marcelo Montecino**
En el mismo centro de la década del sesenta, en 1965, yo ingresaba a la universidad. Venía de un colegio particular, católico, de clase media acomodada, pero para continuar mis estudios de Profesora de Castellano había elegido la laica Universidad de Chile y su facultad más combativa y atrayente, el Pedagógico. Hacía sólo un año se había iniciado el gobierno de Eduardo Frei. Desde el Padagógico, la rebeldía, la protesta, la ampliación de mundo, la corrida de barreras mentales, más confianza en el porvenir, los paseos por sus jardines, el estudio, la reforma universitaria, la taza de té de Nicanor Parra con la señora Nixon, la guerra de Vietnam, la muerte del Ché, la Nueva Canción Chilena... Todavía allí, en el mismo Pedagógico, ahora como docente, participé en la elección del Presidente Allende en 1970. Me cuesta pensarme sola en esa época de proyectos colectivos, prolongada hasta que desde esos mismos patios miraríamos desolado el bombardeo de La Moneda, oyendo, impotentes, los rumores más feroces del golpe de estado.
Fin de una etapa y no sólo para mí, brutal cierre de un ciclo para nosotros, ciertos chilenos, algunos chilenos, muchos chilenos, que vivimos nuestra juventud impresa por la marca de la esperanza, del optimismo, de la creencia en un futuro mejor que estaba en nuestras manos variar. Rasgo propio de la juventud, podría pensarse, y tal vez lo sea, así como nuestra generosidad y entrega: queríamos, estábamos seguros y convencidos que lo mejor sería para todos, luchábamos -junto a otros- para que los cambios favorecieran a las mayorías, mucho más allá de nosotros. Quizá esta certeza absoluta era la base de la alegría, la confianza podría verse como el cimiento de cantos, de consignas gritadas a todo pulmón, de desfiles y marchas, de banderas. ¿Irresponsabilidad?, tal vez, pero preñada de amor, humor, desdén, y, ¡ay!, una buena dosis de sectarismo. Y, rápido, mucho color y sol nublándose ese martes 11 de septiembre 1973 cuando quedamos sujetándonos apenas con las uñas de las potentes rocas que nos habíamos negado a percibir en nuestras cercanías, apenas afirmados de ese terreno que se dezlizaba bajo nuestros pies.
Entre la fe ciega, la derrota y la añoranza, asi quedamos situados en un nuevo espacio, ahora ajeno y de otros, aun que obligadamente nuestro, también, a pesar de nuestra diferencia: jóvenes-viejos, ahora: aterrados, derrotados, vencidos y con el desconcierto del corte brutal, del fin abrupto, desconcertados ante este nuevo mundo donde hasta el lenguaje había variado. Obligados a simular indiferencia, constreñidos a olvidar con rapidez, a fingirnos otros sin pasado, con la intención de no olvidar proyectarnos, ¿a dónde, cómo, con qué, con quiénes?
Quince años más tarde, el viernes 7 de octubre de 1988, en medio de la alegría y el bullicio de grupos, entre multitudes, una mujer hierática no sigue la muchedumbre que ingresa al Parque O'Higgins. En sus manos, un cartel: "Humberto F., detenido-desaparecido, saluda el triunfo del NO": ¿cómo no identificarse con ella si cualquiera de nosotros podría haberla reemplazado como mujer, madre, hermana, pariente o amiga de detenido-desaparecido, cómo no reconocerse en ella si una mínima circunstancia podría haber variado el nombre del ausente por alguno de los nuestros? Sobrevivientes, débiles y fuertes, enteros y vacilantes, eso fuimos, eso somos, los que hablaron y los de silencio poderoso, ni héroes ni traidores ni monumentos sino mujeres y hombres rodeados de muertes, violencia, injusticia, exilio, cesantía, resentimiento, sospecha, censuras, desconfianza... y solidaridad. Ahora, más realista, quizá demasiado pragmáticos, no tan creyentes, menos militantes y ojalá menos sectarios, con la amargura de un mundo ido que como todo trayecto vital es imposible de recuperar, con afanes desmitificadores, pero sin olvidar. Y con el desgarro de esa mujer que festejaba el plebiscito desde su dolor, mirar hacia adelante y construir nuevas oportunidades sin negar ni negarnos, nosotros los veteranos del 73.
-Soledad Bianchi
Octubre de 1989
(*) Versos del poema "Cordillera" de Gabriela Mistral
Photograph from
No comments:
Post a Comment